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¿Tuvimos un hijo

Capítulo 18
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Capítulo 18

Cuando Anastasia revisó la hora y notó que ya eran las 9:00 de la noche, se dio cuenta de que tenía

que irse para regresar su vestido, así que volteó hacia Jonas y le dijo:

–Disculpe, tengo que irme ya.

–Yo la llevaré a casa.

–Estoy bien.

Anastasia se dio la vuelta para rechazarlo antes de toparse por sorpresa con una mujer joven, quien la

empujó, furiosa.

–¿Acaso estás ciega?

Anastasia se tambaleó hacia atrás antes de alzar la mirada y ver la cara de la mujer de alta sociedad,

por lo que se disculpó:

– Lo siento

–¿Crees que con eso basta para resolver las cosas? ¡Más te vale que te hinques y me limpies los

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zapatos después de pisarme los pies! — Era obvio que la joven no iba a librarla de la culpa e incluso

quería humillarla.

–No te pisé los pies – dijo Anastasia, frunciendo los labios.

– ¿Cómo te atreves a negar haberme pisado cuando ya me duelen los pies?! – exclamó la joven,

enfurecida.

Cuando Anastasia se percató de que la joven se atravesó a propósito para que la pisara, decidió no

molestarla más.

–Discúlpame. Por favor, apártate, que tengo que irme.

–¿Crees que puedes irte así nomás? –Entonces, la mujer se acercó para tirar del vestido de Anastasia

antes de que sonara el sonido de algo siendo rasgado, dejando uno de sus hombros al descubierto. De

inmediato, ella se cubrió el hombro desnudo con la mano

Aunque que Jonás queria quitarse el saco para dárselo a Anastasia, alguien más se apresuró y le puso

su saco en el hombro para cubrirle el pecho. En ese momento, de

mancra agradecida, Anastasia se dio la vuelta para terminar dándose cuenta de que quien la ayudo fue

Elías. Al instante, se tragó sus palabras; de hecho, no quería el saco de ese hombre.

–Quédese con su saco.

Aunque Anastasia sabia que iba a atraer la atención de los demás, no quería aceptar la sinceridad de

Elías.

– No sea tan absurda –le ordenó.

«¿Por qué es terca en una situación como esta?».

Por otra parte, Helen, quien estaba de pie al lado, miró a Anastasia, porque presenció de lo rápido que

Elías le entregó su saco.

–Helen, te recogeré más tarde –le dijo Elias antes de sacar a Anastasia del pasillo mientras ella se

forcejeaba.

– Elías... –Helen sentía que estaba por volverse loca por los celos.

«i

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Mientras tanto, Anastasia por fin se quitó el saco de Elías. En ese instante, se podía ver su sostén de

color marrón a través del vestido roto; la mirada de Anastasia bastaba para que cualquier hombre se

enamorara. Elías puso una mirada ensombrecida, antes de observar su expresión terca, y le preguntó

con fastidio:

–¿En serio se va a ir así?

–Y ¿qué más da si lo hago? Incluso si corro desnuda afuera, no es asunto suyo. – Anastasia no sabía

por qué, pero tenía ganas de discutir con Elías y hacerlo enfadar.

––Es la madre de un hijo y creo que debería pensar en él. –Elías jamás había conocido a una mujer que

pudiera irritarlo con pocas palabras, pero parecía que ella lo lograba de manera sencilla—. Deje de

jugar, Anastasia. ¿Podría escucharme? – le suplico antes de ponerle el saco en sus hombros de nuevo

cuando se percató de que se detuvo el elevador.

Había unos cuantos hombres extranjeros discutiendo afuera, por lo que Anastasia se dirigió de prisa a la

entrada sin quitarse el saco de Elías esta vez. Cuando notó que había un taxi dejando a sus pasajeros

al lado de la carretera, se dirigió a este mismo con el saco, mientras que el solo pudo observar como

cerró la puerta del coche y se marchó. En ese momento, la mente de Anastasia estaba hecha un

desastre: « iHice que

me destruyeran un vestido costoso! i¿Cómo se supone que pague esto?! iMaldición!».